Antes de que Jacob cruzara él rió Jaboc, un hombre le atacó y peleo con él. La pelea fue real, y esta fue física. “Pero levantándose aquella noche, tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y pasó el vado del Jaboc. Los tomó y los hizo cruzar el río junto con todo lo que tenía. Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta que rayaba el alba” (Génesis 32:22-24). Ellos lucharon toda la noche en una batalla decisiva larga hasta el amanecer. El hombre con quien Jacob peleo rechazó enfrentarse o revelarse el mismo (v.29). Probablemente Jacob reconoció que él estuviera peleando contra Dios, el nunca pudo haber obligado al hombre.
Quizá la cosa más fuerte es que Jacob no fue derrotado sino hasta que “le tocó en el encaje de la cadera, y el encaje de la cadera se le dislocó mientras luchaba con él” (v.25).
Aun entonces Jacob no dejaba ir al hombre. Jacob le respondió: --No te dejaré, si no me bendices” (v.26).
En una manera significante, Jacob sin embargo se paralizó y por lo tanto incapaz de ganar, suplicando una bendición. Era la voz de un hombre quien era reprimido, golpeado en su propio juego, paralizado en la ultima agonía de desesperación mientras era clavado al mate.
En el Antiguo Testamento el nombre de una persona era vinculado a su perfil. En este encuentro con este hombre, la vida de Jacob era radicalmente cambiada (v.28). Él dijo, “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; Porque has contendido con Dios y con los hombres, y has prevalecido” (Génesis 32:28).
El “talón del agarrador” fue atrapado y clavado antes de haber sido bendecido.
La bendición tomó la forma de un nuevo nombre. El nombre de Jacob fue cambiado por Israel-- “Él quien se opone con Dios.”
¿Ha tenido que paralizarte Dios para poder bendecirte? Jacob, ahora Israel, cojeó por el resto de su vida. En todo lugar que él estuviese la gente le preguntaba, “Jacob, por que estas tu cojeando?”
Jacob ganó cuando él fue golpeado, esto es un recordatorio constante que Dios ganó por ultimo.
¿Cada cojeo en tu vida te recuerda de cada debilidad? ¿Te pone esto en alerta de la maldad dentro de ti?
Dios abre el cielo y nos bendice cuando nosotros ponemos nuestra cabeza sobre una roca enemiga, fría, dura, y no simpática.
Entre mas temprano aprendemos este gran principio espiritual, lo mejor seremos en esta vida.
Cuando el Dios de Jacob es nuestro refugio, él pone su mano sobre nosotros para enseñarnos buenos principios espirituales, para herirnos, paralizarnos, de manera que él pueda darnos una sanidad profunda. Él hace que cojeemos para hacernos más fuertes.
Esa noche Dios removió todo de las seguridades falsas de Jacob e hizo que dependiera solo de él. El Dios de Jacob llegó a ser su refugio.
¿Has estado en él rió de Jaboc? ¿Has luchado con Dios hasta que ha hecho confesar tu carácter real y naturaleza a él? ¿Te ha humillado con solo poner tu dedo en el hueco de tu muslo y vivir paralizado porque luchasteis con él?
Dios no puede bendecidnos y usarnos sino hasta que nos haya quebrantado. Él tiene que poner una cicatriz en nuestra carne de egoísmo para hacernos recordar lo que son nuestras vidas sin su presencia para bendecidnos.
El apóstol Pablo aprendió esa lección muy bien (2 cor 4:6-12; 12:7-10). Aflicción, maltratado, confundido, “Siempre llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús por todas partes, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos expuestos a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que en nosotros actúa la muerte, pero en vosotros actúa la vida” (2 Cor. 4:10-12).